Mis poderes de moviola

Lo de números va, claramente, por Celda 211.

Y ahora vamos con los apellidos: ¿Se puede ser más payaso que Almodóvar? ¿Peor perdedor que Amenábar? ¿Más cursi que Etura? ¿Más inútil que un Bardem? ¿Más falsa que Cruz? ¿Más flipada que Dueñas?

Pero no todo va a ser malo, hombre: Ahí estaba la naturalidad de gente como Tosar, Ammann, Buenafuente, Monzón, Iglesias o Arévalo. ¿Por quién empezamos a comentar? Por los malos, está claro.

Dicen por ahí que la gala fue de Almodóvar. Ah, muy bien. O sea, que por primera vez triunfa una película española que no va de malos tratos ni cualquier otra lacra social, y resulta que lo más reseñable es que la estrellita del director manchego finalmente se reconcilia con la Academia. Y que conste que todo fue obra de De la Iglesia, el verdadero héroe de esta gala.

La noche estuvo muy bien preparada - sobra un poco la Sardá a última hora - gracias a, en parte, la vis cómica de Andreu Buenafuente, al que juntas durante unos minutos con Santiago Segura y te monta un late show en toda regla. Muy buena la pulla a la ministra de Cultura: "La saludaría pero... me da cosa por si sabe que me descargo cosas de Internet"

Los Goya, muy merecidos, sobre todo los interpretativos y de dirección a Celda 211, y los técnicos a Ágora. Entonces... ¿por qué tenía esa cara el director de Tesis? La que sí disfrutó recogiendo su Goya a mejor actriz de reparto fue Marta Etura, que se lo dedicó a 'su amor' Luis Tosar. La misma categoría, pero en masculino, recayó en manos de Raúl Arévalo, por delante del hermanísimo Bardem, de Resines y de Ricardo Darín.

Las otras chicas de la gala, poco o nada reseñables: Lola Dueñas, mejor actriz principal por Yo también, se lo arrebató a la mujer florero Pe. No soporto a ninguna. La mejor: Mar Coll, directora novel y catalana muy emocionada. The End.